REUNION DEL CONDOMINIO DE LA GONOLOCA

Martín, Marcos y Maycol eran amigos desde hacía 10 meses. Se encontraban en la casa de éste último, como todos los sábados, junto con otros dos chicos: Anibalito y Andrésito dos adolescentes precoces, estudiantes de Escuela Horizonte Para No Perder El Rumbo. Consiguieron amigarse gracias a las peñas organizadas por la Fundación Manantiales. Los tres eran amigos del barrio Cirilo (él que te cogió con un hilo dental pero con delantal), todo gracias a Giuliana -antes Candela, hoy Romina Belén- la novia de Martín, que era amiga de Marcos, pero que fue pareja transitoria de Maycol el verano pasado en Aguas Dulces.
Sin embargo, hacía un tiempo que su amistad se había transformado en una pesadilla constante. Era una guerra cotidiana de peleas sin sentido y disgustos. Se drogaban, alcoholizaban un poco y comenzaban a pelearse por Giuliana, buscando que se pusiera los calzones rojos y la peluca rubia fluo que había usado en el espectáculo callejero Quereme Y No Te Miento.
Martín se encontraba en el sillón discutiendo e insultando a la Michela. Mauro tendido en la cama tocándose en su habitación, con su culo grande y sus tetas churrascas. Menos mal que estaba el aire acondicionado, porque el ambiente estaba podrido y lo empeoraba un sahumerio de Maderas místicas. Y claro, el ambiente era místico, ya que estaban los padres de parrilla en su dormitorio así que nunca escuchaban lo que hablaban. Maycol, que era como disminuido mental, estaba con la cara en el televisor mirando programas grabados de Cacho Bochinche, se reía como loco y bailaba como Laura Martínez cantando El Pajarito Amarillo. Anibalito Lucas, que se encontraba con ellos empezó a vomitar algo violeta que no se sabía bien que era, parecían sanguijuelas o babosas. Fue entonces que Andrésito, tuvo uno de sus arranques de neurosis y comenzó a comer vidrio y hojas de gillettes picaditas. Giuliana, al presenciar estas escenas, comenzó a cantar “Como una loba” de Valeria Linch.
La situación se había tornado fea, un cuadro mas que feo mas bien macabro, malévolo y nauseabundo. Marcos, a pesar de tener esa crisis era un pan de dios y muy humano. Aunque era bastante inteligente, sabía mucho de la vida y usaba muy buenas tácticas para llevarse bien con la gente, además, nunca prestaba su Make Up. La pelea se debía en esta ocasión a que Martín le había contado en secreto a Giuliana cómo hacerse mujer en 6 meses en el Block Quirúrgico del Dr. TRUCOFASIL. Esta chico/a se enojó con Marcos y los problemas se les vinieron encima porque en ese momento entró la Gorda Avellenda, que había escuchado la conversación, comenzando a golpearles con las siliconas que había traído de Chile para su posterior operación
- Muy bien. -gritó- Sos una estúpida, si yo hablara lo que vos sos te tendrías que ir de esta casa. A lo que Giuliana contestó:
- ¿Y que tenés que decir de mi Gorda Zapalla y Pulgosa dueña de Tienda? ¿ No te acordás que hacías implantes de aceite de freno de avión con un aspirador de operación y con la misma cánula se lo hacías a los trabas de barrio Sur y Palermo y que murieron varios por asepsia y necrosis crónica y que caíste presa por asesinatos múltiples por mala profilaxis y que contrajiste SIDA en Cárcel Central? ... Lo siento. Se me escapó.
- ¿Se te escapó? - dijo retóricamente la Gorda Avellaneda, enfadada como para explotar.
- Eres un idiota. ¿Cómo te puedes olvidar de eso? Que terminaste fundando la legión de presas sidosas y hacían labor terapia tejiendo ropa para niños ciegos-huérfano refiriéndose a como se podía olvidar de lo que pasó.
- ¿Quieres que te "la meta"? ¿Quieres amármela?
Ni a Anibalito, Lucas ni a Martín les sorprendió lo que ella dijo. En realidad, ya se estaban acostumbrando / das a decirse cosas por el estilo. Claro que todo era siempre en broma coctelera, pero Marcos notó algo extraño en cuanto se lo dijo su amigo. No sabía explicarlo, pero Giuliana al ponerse la peluca rubia fluo le vino como una transformación casi dantesca donde comenzó a bailar, a cantar canciones de Rita Lee, principalmente la de “Lanza Perfume”, después comenzó a correr por la casa, comenzó a arrancar los cuadros que había en el comedor, a tirar el linóleo que estaba en el piso de la cocina. A su vez, la gorda Avellaneda quería que le dieran la pastilla que le subía las hormonas femeninas, pero como estaba con la Gonoloca era imposible calmarla. A su vez, los chicos, atemorizados porque sus padres vieran la situación, llamaron a los bomberos para que se pudiera despistar el relajo. A su vez, Anibalito agarro el cajón de las herramientas y saco las bengalas que tenía su padre para los casos de emergencia cuando salían en su yate al mar y comenzó a tirarlas contra la pared de la cocina, el comedor, la antesala.
La casa comenzó a arder en menos de lo que uno se pueda imaginar. Al rato llegan la policía, los bomberos, los paracaidistas negros, la fuerza de choque, la caminera, etc. Ese fue el final del melodrama de la pelea de la Giuliana y la gorda Avellaneda, porque como dice el refrán reunión de condominio siempre termina en cataclismo.
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