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¡Alégrate! de Amado Nervo.
Si eres pequeño, alégrate. Porque tu pequeñez sirve de contraste a la grandeza de otros en el universo; porque esa pequeñez constituye la razón esencial de su grandeza; porque para ser ellos grandes han necesitado que seas tu pequeño, como la montaña para culminar necesita alzarse entre cocinas, lomas y cerros. Si eres grande alégrate, porque lo invisible se manifestó en ti de la manera más excelente, porque eres un éxito del artista eterno. Si eres sano, alégrate. Porque en ti la fuerza de la naturaleza ha llegado a la ponderación y a la armonia. Si eres enfermo, alégrate. Porque luchan en ti organismos, fuerzas contrarias que acaso buscan una resultante de belleza, porque en ti se ensaya ese divino alquimista que se llama el dolor. Si eres rico, alégrate. Por toda la fuerza que el destino ha puesto en tus manos para que la derrames. Si eres pobre, alégrate. Porque tus alas serán más ligeras. Porque la vida te sujetará menos. Porque el Padre organizará en ti más directamente que en el rico el amable prodigio del pan cotidiano. Alégrate si amas porque eres más semejante a Dios que los otros. Alégrate si eres amado, porque hay en esto una predestinación maravillosa. Alégrate si eres pequeño. Alégrate si eres grande. Alégrate si tienes salud. Alégrate si la has perdido. Alégrate si eres rico. Si eres pobre. Alégrate. Alégrate si te aman. Si amas, alégrate. Alégrate. Siempre. Siempre. Siempre.